lunes, 8 de diciembre de 2014

El número uno – Te lo mereces.

Tensó sus músculos al sentir el ardor de la mordedura del cuero recorriendo su espalda una vez más. Ya iban tres, aunque las marcas enrojecidas y ya algo secas que surcaban su piel demostraban que la amarga tortura del látigo no era algo nuevo para él. Era difícil no llevar la cuenta de algo tan insoportable e intenso, nunca había tenido gran resistencia al dolor, por lo que los sollozos se hacían presentes en la celda con prontitud, sin que pudiera hacer nada por callarlos. Las primeras noches había tratado de reunir la fuerza suficiente como para girarse a mirar al hombre que lo azotaba, aprovechando las breves pausas entre un golpe y otro para relajar sus músculos doloridos. Sin embargo, jamás encontró ni un pequeño atisbo de compasión en su mirada.

Pese a no disponer de medio alguno para mirarse (ni mucho menos curarse) las heridas, el escozor era tan agudo y penetrante que prácticamente dibujaba en su mente la infinidad de rayas rojas que marcaban las zonas afectadas por el látigo. Si tuviera un espejo en el que poder reflejar su espalda y sus hombros ni siquiera se habría sorprendido.

Las horas allí se hacían eternas. Era imposible distinguir entre la noche y el día bajo la oscuridad de aquella celda. No obstante, él nunca trató de resistirse al sufrimiento, pues en cierto modo era lo único que marcaba un poco su tiempo. Quería acabar con aquello cuanto antes, pero la idea de lo que se encontraría al salir le daba incluso más miedo que la tortura en sí. Temía precipitarse a una vida llena de desprecios. Y si su destino era estar solo, prefería disfrutar de la soledad encerrado.

Me lo merezco

Eso era lo único que lo ayudaba a aguantar. Saber que se lo había buscado, que él mismo era el que se había condenado. Saber que cada chasquido brutal que sonaba al contacto de cuero con piel era un nuevo grito triunfante que le decía que se estaba haciendo justicia.

―――――――――――――

Hans abrazó a Edgar en un intento por tranquilizarse. El pequeño osito de algodón lo había protegido desde que tenía memoria. Lo recordaba vagamente a su lado desde la cuna, acompañándolo siempre que tenía pesadillas. Su calor llegó a evitar que siguiera haciéndose pis en la cama, lo cual fue un alivio, pues al ser el más pequeño de sus hermanos fue también el último en aprender a usar un orinal, y todos se reían de él por no saber aguantarse. Linus llegó a asegurarle que incluso su conejo se meaba menos encima. Hans no le creyó simplemente porque cada vez que había cogido en brazos al animal éste le había mojado todo el pijama. Y esto era algo que a él no le gustaba nada, porque luego su ropa olía mal y su madre se enfadaba, creyendo que el pis era suyo. Hans odiaba que lo tratasen como a un bebé. Sin embargo, a Linus esto parecía hacerle mucha gracia.

Tenía ganas de chuparse el pulgar. Hacía mucho tiempo que había dejado de usar chupete, pero cada vez que estaba asustado sentía una enorme necesidad de volver a utilizarlo. Y en ese momento tenía mucho miedo. Esa misma mañana, mientras se encontraba jugando con su caballo de madera amarillo, los gemelos irrumpieron en su habitación, informándole sobre un nuevo tesoro que habían descubierto. Hans prometió no contar nada, y era una promesa de pellizco, por lo que no se podía incumplir.

Las promesas de pellizco siempre le dejaban moratones en los brazos, pero, aunque los gemelos nunca le permitiesen devolverles el pellizco por eso de que “era demasiado pequeño”, valían la pena, porque algún día sería mayor por fin y les pellizcaría todas las veces que quisiera. Incluso sin necesidad de promesas.

No había nada en el mundo que Hans desease más que hacerse mayor como sus hermanos. Y, para ello, debía empezar superando diferentes pruebas para demostrar su valentía y madurez como adulto. O eso era lo que Damien le decía siempre.

La primera prueba se dio el día de su quinto cumpleaños. Y durante los próximos tres meses. Derek se dedicó a reunir un montón de lombrices en el plato de la comida del perro, para que después Damien le obligara a comérselas. Damien decía que no lograría ser un hombre nunca si no se las tragaba sin vomitar ni una sola vez. Hans tardó mucho en conseguirlo. El vómito olía aún peor que el pis de conejo.

–Te lo mereces –decía Damien. Y a Derek esto parecía hacerle mucha gracia.

Estuvo a punto de no bajar las escaleras de madera por las que sus hermanos lo estaban guiando, pero no quería volver a comportarse como un bebé. Ya no tenía cinco años. El sitio era muy oscuro y el suelo crujía con cada paso que daba. Damien aseguró que el sonido provenía de las tripas del monstruo que vigilaba el tesoro.

–Ten cuidado, Hans. Se alimenta de enanos como tú.

Hans quiso responder. Tenía siete años recién cumplidos y había superado muchas pruebas de hombre, por lo que ya no era un niño pequeño. Sin embargo, no tuvo más remedio que callarse, pues no quería enfadar a ninguno de los gemelos. Además, tenía mucha curiosidad por saber lo que contenía el tesoro. Quién sabe, tal vez con un poco de suerte Damien y Derek quisieran compartir algo del botín con él.

Derek abrió una puerta. No había luz, y Damien no esperó ni un segundo para empujarlo al interior del cuarto. Hans cayó de rodillas, el roce con el suelo de madera lo había quemado y tenía la piel ligeramente levantada, pero no le importó. Uno de los gemelos encendió la luz mientras él volvía a ponerse en pie, no alcanzó a distinguir cuál de los dos había sido, pero se lo agradeció en silencio, pues ahora podía contemplar la maravilla que lo rodeaba.

Aquello era un sueño hecho realidad, los baúles de madera estaban colocados en estanterías especiales y eran imposibles de contar con los dedos de las manos. Había tal vez cientos, no, ¡miles! Hans ni siquiera le dio importancia al hecho de que eran cilíndricos, solo deseaba abrirlos cuanto antes.

–Nikolas los ha traído hoy en su barco, nos ha hecho jurar que no los tocaríamos. Se supone que son para todos, pretenden conservarlos aquí hasta las fiestas de invierno.

Hans no podía sentirse más decepcionado. Nikolas siempre había sido un aguafiestas.

–Entonces, ¿para qué hemos venido? –dijo con amargura en la voz. Los gemelos entornaron los ojos al mismo tiempo, cansados de su ingenuidad.

–Hay tantos que ni siquiera se enterarán de que hemos abierto uno. Además, apostaría mi caballo a que Fred piensa coger muchos más para él solo.

Fredejorn era un experto en organizar fiestas. Tenía un montón de amigos y se pasaba el día muy contento. Solía decir que le gustaba tener en su cama más mujeres desnudas  de las que podría llegar a beneficiarse en una noche. Hans no lo conocía muy bien a pesar de ser su hermano, y tampoco sabía lo que significaba beneficiarse a alguien, pero siempre lo había visto rodeado de chicas que lo abrazaban, por lo que suponía que sería muy cariñoso y simpático.

–Tú no tienes ningún caballo. –advirtió Hans tras unos segundos.- No puedes apostar algo que no tienes.

–Tenlo en cuenta cuando vayas a apostar tu cerebro.

Derek, como siempre, se limitó a reír la gracia de su gemelo mientras se acercaba a un baúl situado en la estantería más baja y lo empujaba hacia el centro del cuarto con el pie. Hans aprovechó la distracción para desviar la mirada hacia los ojos de botón de Edgar y, por un segundo, creyó apreciar un gesto de advertencia en su carita de algodón.

–Deja ese estúpido oso de una vez y ven a ayudarnos con esto.

Hans no se movió, solo se abrazó más al peluche mientras observaba cómo sus hermanos colocaban el baúl en vertical para poder retirar el tapón sin peligro de derramar nada de lo que contenía.

–Gracias por nada, enano. Incluso ese trozo de trapo viejo nos habría sido de más utilidad.

–¡Edgar es mi amigo! –respondió él, arrepintiéndose al segundo siguiente. Los gemelos intercambiaron una sonrisa cómplice e idéntica que no auguraba nada bueno y Hans no pudo retener al osito mucho más tiempo entre sus brazos. Damien y Derek le superaban en número, en fuerza y en edad. No tenía nada que hacer contra ellos.

–Tú no tienes amigos. –declaró Damien, buscando sus ojos verdes. Hans habría jurado que esa mirada marrón que lo acusaba se oscurecía y, de pronto, le entraron unas tremendas ganas de llorar, pero no quería comportarse como un bebé.

Enjugándose los ojos antes de que sus hermanos notasen el brillo causado en ellos por unas prematuras lágrimas traicioneras, se acercó al baúl arrastrando los pies. Ya no tenía muchas ganas de hacerse con ningún tesoro.

Derek colocó un diminuto grifo en el agujero que había quedado a la vista cuando el tapón del baúl fue desechado. Hans pensó que eso sería inútil a la hora de sacar joyas y piedras preciosas del interior del tesoro, pero no se atrevió a comentarlo en alto.

Damien apretó a Edgar por el cuello, agitándolo en el aire con violencia al tiempo que Derek volvía a colocar el baúl en el suelo con cautela, tal y como lo habían encontrado originalmente.

–Ahora, túmbate boca arriba. Derek y yo hemos decidido entregarte todo el tesoro, pero debemos comprobar que en tus manos estará a buen recaudo.

Hans obedeció sin rechistar, emocionado al observar la repentina generosidad de sus hermanos. Ni siquiera se le ocurrió preguntar por qué tenía que tumbarse. Derek le indicó que debía colocar su cabeza justo debajo del grifo, y él supuso que lo bañarían en oro. Sin embargo, su entusiasmo no duró mucho más tiempo, antes de darse cuenta siquiera un líquido muy amargo comenzó a caerle en la cara. Quiso levantarse, pero los gemelos fueron más rápidos que él y lo retuvieron, agarrándolo de pies y manos respectivamente. A Hans no le gustaba nada aquel sabor y en apenas unos segundos, se encontró con la cara llena de una mezcla entre sus propias lágrimas y ese líquido tan desagradable. Forcejeó con todas sus fuerzas, comenzando a sentir arcadas. No podía hacer nada por evitarlo. Tampoco podía huir. El líquido se desbordaba en su boca y nunca dejaba de caer. Todo empezó a dar vueltas a su alrededor de repente. Hans sintió que se dormía entre sollozos.

A Damien esto pareció hacerle mucha gracia.


Despertó horas más tarde en los brazos de alguien. Fredejorn había descubierto su cuerpo acostado en el suelo de la bodega al bajar con intención de apropiarse de unos cuantos barriles. Al otro lado de la puerta cerrada de su habitación, Hans le oyó comentar que lo había encontrado muy pálido y con el pelo lleno de vómito. Klaus, su hermano más mayor, aseguró que no permitiría que algo como eso ocurriese de nuevo, lo que significaba que, probablemente, todo aquello se le olvidase en un par de minutos, en cuanto tuviese algo más importante que hacer.

–Sois un insensato.

Levantó la mirada y, por un segundo, le pareció que era su madre quien lo sujetaba. Se dio cuenta de que era una idea estúpida cuando apreció la cara de una sirvienta. Seguramente su madre estaría ocupada. Siempre estaba ocupada.

–Beber de un barril con apenas seis años... ¿No os han dicho lo mala que es la cerveza? A este paso acabaréis igual que vuestro hermano Fredejorn: borracho e irresponsable.

“Tengo siete”, pensó Hans, pero no dijo nada. La sirvienta lo sentó sobre la cama y comenzó a secarle el pelo con una toalla, él no había notado hasta entonces que lo habían bañado, por lo menos ya no olería a vómito. Levantó las cejas cuando la vio alejarse de nuevo para guardar la toalla en una cesta donde alcanzó a distinguir también su ropa de aquella mañana. La observó con curiosidad, era una mujer bajita y de pelo negro como el carbón. Posiblemente tendría la edad de su madre, tal vez algún año más.

Hans ni siquiera sabía su nombre, sus hermanos nunca se preocupaban por esas cosas.

Volvió a acercarse para ayudarlo a ponerse el pijama y, durante todo su discurso sobre la responsabilidad y el buen comportamiento, él no abrió la boca. No entendía muy bien lo que ocurría con ella. Normalmente, los miembros del servicio debían mantenerse callados y limitarse a acatar órdenes. Nunca hablaban a no ser que fuera estrictamente necesario. De hecho, él tampoco se atrevía a hablar en ciertas ocasiones, como cuando se reunían para comer o cuando celebraban fiestas importantes, y eso que, supuestamente, formaba parte de la familia real.

Aquella mujer era diferente. Hans sabía que llevaba trabajando para ellos desde mucho antes de que él naciera, la había visto alguna vez acompañada de otras chicas más jóvenes, llevando mantas y haciendo alguna que otra cama, y nunca le había llamado especialmente la atención hasta ese momento. Parecía saber perfectamente con quien podía hablar y con quién no, porque no paraba de regañarlo y de hablar mal de sus hermanos aprovechando que estaban a solas. Tal vez era muy obvio que él no le diría nada a nadie. Tal vez ni ella lo consideraba un príncipe digno.

–¿Cómo te llamas? Yo soy Hans.

Por un momento, y para su sorpresa, la sirvienta dejó de hablar. Aunque el silencio no duró mucho tiempo. Hans solo tuvo que esperar a que terminase de abotonarle la camisa de su pijama.

-Sé quién sois. El pequeño príncipe Hans.- la mujer entornó los ojos, sin mirarlo a la cara.- El último de los príncipes de las Islas del Sur, demasiado pequeño para que alguien os tenga en cuenta, ni siquiera vuestros hermanos más jóvenes. El príncipe Linus tiene a sus mascotas, el príncipe Derek y el príncipe Damien se tienen el uno al otro y el príncipe Robert tiene sus instrumentos, ¿pero  vos? ¿Qué tenéis vos? ¿Tiene el pequeño príncipe algo que ofrecer?

Hans se sintió confundido y perdido. No le había respondido, sin embargo, había hablado demasiado y, por desgracia, también le había hecho pensar demasiado, pensar en cosas que no le gustaban. Odiaba que lo llamasen “pequeño” o “enano”, odiaba que lo tratasen como a un bebé, y también odiaba comportarse como tal, odiaba que lo bañasen y lo vistiesen porque creía ser lo suficientemente mayor como para hacerlo por sí mismo. No obstante, por mucho que odiase todo aquello, por primera vez, Hans se planteó que tal vez nunca crecería a ojos de los que lo rodeaban. Se llevaba veintitrés años con su hermano más mayor y, por mucho tiempo que pasase, siempre seguiría siendo así. Y si bien era cierto que tenía hermanos más cercanos a él, todos poseían algo que sustituía su compañía. Algo que consideraban mucho más valioso que él. Tenía doce hermanos mayores y, por mucho que lo intentase,  nunca llegaría a ser tan bueno como ninguno. Todo lo que él hiciese carecería de mérito, pues ellos lo habrían hecho ya mucho antes.

Ella lo invitó a acostarse, y él obedeció, cubriéndose con las mantas. No dejó de mirarla en ningún momento.

–No tengo nada. –afirmó en mitad de un suspiro, resignado y encogiéndose de hombros. – Solo soy yo.

–¿Solo vos? –preguntó la sirvienta mientras se concentraba en abrigarlo. Sus ojos se encontraron por unos segundos, y fue solo entonces cuando Hans se sintió realmente arropado.

Viendo como se alejaba, Hans se visualizó a sí mismo rodeado de soledad, bajo la oscuridad de su propio cuarto. No quería que se fuera. No quería que lo dejase solo. Quería hablar más con ella, contarle todo aquello que no podía contarle a nadie. Quería tantas cosas…

Pero no dijo nada. El silencio continuó presidiendo el lugar. Había hecho una promesa con los gemelos: no podía contar nada de lo que hacía con ellos, nada sobre el tesoro, nada sobre el incidente que habían tenido en la sala de los baúles. Y era una promesa de pellizco, por lo que no se podía incumplir.

A veces incluso se arrepentía de dejarse llevar, las cosas siempre acababan mal, y era mucho mejor quedarse en su habitación, jugando con su caballo de madera amarillo al que aún no había puesto nombre y con la única compañía de su osito Edgar, a quien había perdido por culpa de su imprudencia.

La culpa era suya. Siempre suya. Por haber nacido el último, por llevarse veintitrés años con su hermano más mayor. Por no ser lo suficientemente bueno para nadie. Y quizás podría haberse llevado bien con los más próximos a él, Linus le sacaba solo cuatro años, los gemelos solo tres y con Robert apenas se llevaba unos meses. No obstante, al destino le gustaba jugar; aislando a Linus con sus animales, con seres vivos de verdad, no trozos de trapo como lo era Edgar; y convirtiendo a Robert en un virtuoso, haciendo que todos lo adorasen por su singular don musical. Los gemelos no tenían nada especial, simplemente eran eso, gemelos, se apoyaban el uno al otro. Ojalá él también tuviese un gemelo, o un don, o una mascota.

Damien tenía razón, no tenía amigos. No tenía nada.

 Y si su destino era estar solo, prefería disfrutar de la soledad encerrado.

sábado, 6 de diciembre de 2014

El puto del Hans de OUAT.

Realmente no entiendo muy bien cómo funciona la cronología de las escenas de Arendelle en OUAT. La gente de repente se descongeló en 30 años (nadie sabe por qué) y me gustaría saber en qué momento Hans pasó a formar parte de la línea de sucesión.

O sea se supone que él también estaba congelado como todos los demás (de hecho lo estuvo por más tiempo), no pudo haber hecho nada para llegar a tener derecho a ser rey de Arendelle de ningún modo. Aunque Elsa al congelarlo todo perdiese su autoridad como reina, la reina pasaría a ser Anna. E incluso en el caso de que el ataque de Anna a Elsa bajo los efectos del hechizo contase como traición, ¿cómo cojones pasa el trono inmediatamente a pertenecer a Hans?

Es que ni siquiera en el caso de que su familia estuviese emparentada con Anna y Elsa (i-ugh), porque hay otras doce personas por delante de él en la línea de sucesión. Y, dado que los hermanos que hemos visto en OUAT siguen siendo unos cabroncetes con él, dudo mucho que ninguno de ellos abdicase o algo para pasarle el trono a Hans. La única razón por la que Hans tenía la oportunidad de reclamar el trono en la película era por “ser el prometido de la princesa” y porque más tarde la gente se creyó su excusa de que estaban casados. Pero es que en OUAT él no tiene literalmente nada. Si entrase a Arendelle como una especie de “conquistador” pues tal veztendría un poco de sentido, pero es que están intentando mostrarnos un Hans con DERECHO LEGAL al trono que sinceramente, no encaja. No puedes tener un reclamo válido al trono solo por estar ahí, o por ser un personaje que salía en la película original. Es que hasta la plasta de la Ingrid ésta tiene más derecho que él.

Su “plan para hacerse con el trono” es una tontería sin sentido, y lo hace quedar como un inútil fracasado y como un idiota que no tiene dos dedos de frente cuando Hans no es así ni por asomo. Y sus hermanos… wtf, no entiendo nada de lo que están haciendo sus hermanos, o sea, ¿qué pintan en todo esto? ¿Por qué lo siguen en todo? Es como si Hans fuera su “líder”. Aunque hagan guiños a Frozen mostrándonos momentos en los que ellos se ríen de él o le humillan ligeramente, en el fondo lo siguen ayudando. Quiero decir, ¿ayudan a su hermano pequeño al que ni siquiera respetan? No tiene puto sentido y me parece simplemente una excusa muy barata para meter de algún modo a sus hermanos.

Es por todo esto por lo que me decepciona bastante el Hans de OUAT, no porque lo hagan “malo” sino porque las razones por las que lo hacen “malo” son tonterías sinsentido. Hans no tiene ni una mínima oportunidad de gobernar. Han ideado una historia barata desde el principio para meterlo en el castillo y su trama en general no tiene ninguna lógica.

A no ser, claro, que Hans se hubiese vuelto completamente loco y los que lo acompañan no sean sus hermanos, sino un grupo de desconocidos a los que les pareció divertido aprovecharse de su “locura”. Entonces le hacen creer un montón de cosas que no son, como que realmente ellos son sus hermanos o que él de verdad tiene alguna posibilidad de ser rey de Arendelle y él actúa así porque realmente cree que tiene derecho a hacerlo (algo así como cuando en Aladdín, Jazmine “estaba loca” y “creía ser la princesa” y que el mono era el sultán) Además, Arendelle parece tener una población de alrededor de tres personas que no sean miembros de la familia real en OUAT. La “invasión” de Hans triplicaría la población y eso probablemente reforzaría su reclamo para gobernarlo.

Heh.

NO.

Ahora en serio, realmente podría existir la posibilidad de que los Westergard y la familia real de Arendelle fueran primos o algo de eso en OUAT, porque en esa época el tema de los matrimonios entre hermanos y primos no era necesariamente un problema. Pero es que es imposible, tendrían que haber dicho algo, por lo menos para que la historia no pareciese tan estúpida.

No sé, yo me lo tomaré como una especie de advertencia para dejar de ver la serie. Porque en serio, todo el mundo está confuso con Hans. Que me parece muy bien que lo metan, pero se nota a la legua que es solo para reírse de él como personaje. Ya podrían los guionistas currarse un poco más las tramas aunque estén tratando un personaje "odiado por todo el mundo", vamos, creo yo. 

LOVE WILL THAW. Por qué Hans es un personaje redimible.

Por qué Hans es un personaje redimible y por qué el odio (exageradísimo) que se le tiene es injusto. 
[EXTRA: por qué el Helsa funcionaría]

Por todos es sabido ya a estas alturas que en Tumblr (y en el resto del mundo) la gente ha levantado una especie de guerra contra Hans, el príncipe de las islas del Sur que al principio se mostraba encantador en Frozen y que finalmente se descontroló, cegado por su propia ambición. No solo nos engañó a todos, sino que encerró a Anna y trató de ejecutar a Elsa. Y por lo visto, estas son razones suficientes para que prácticamente todo el mundo (dentro y fuera del fandom de Frozen) le odie.

Antes de que el bullying totalmente injusto que cae sobre él recaiga ahora sobre mi por intentar “defenderle”, dejadme aclarar algunas cosas que muchos se niegan a ver por el simple hecho de que es mucho más fácil odiarle y reírse de él que comprenderle, perdonarle o simplemente ignorarlo. 

Primero haré una afirmación (que por cierto, he comentado ya más de una vez) para la pobre gente confundida con el personaje:

HANS PUEDE HABER SIDO EL ANTAGONISTA, PERO NO ES UN VILLANO.

Exacto, amigos. Si hay algo que no soporto en esta vida es que llamen a alguien de un modo que no le corresponde o que no se merece. A nadie le gusta que a Elsa la llamen “monstruo” o “bruja”. Y cuando alguien lo hace (como esa mierda de versión de Hans en OUAT) todo el mundo se vuelve loco. “¿Cómo puede ser alguien tan cruel?”, se preguntan. Sin embargo, muchos de ellos, han llamado al mismo Hans del mismo modo.

No hay que llamar a Elsa “monstruo” porque ella tiene sentimientos y hacerlo es cruel. Pero llamárselo a Hans es totalmente normal porque, bueno, él es el villano de la película, se lo tiene merecido (y al parecer “los malos” no son humanos y no sienten igual que el resto saes).

Pues no. Hans no es un monstruo. Y tampoco es un villano.

Clasificándolo como un villano estamos diciendo que está al mismo nivel y en la misma liga que personas como Jafar, Úrsula, Gastón, Cruella de Vil, Scar, Gothel, Frollo, Maléfica, el capitán Garfio, Hades y un largo etcétera. Personas que, cabe destacar, han dedicado SU VIDA a hacer el mal a otra gente por intereses personales. Jafar quiso ser sultán siempre para tener poder sobre Agrabah, Úrsula quería el tridente para reinar los mares, Gastón quería casarse con la mujer más bonita del pueblo solamente por su belleza y sin importarle que esta no estuviese interesada en él, Cruella quería su abrigo de piel de dálmata por un capricho, Scar quería ser rey, Gothel quería ser siempre joven, etc.

Ambición, egoísmo, ansias de poder y vanidad. Conseguir sus propósitos a cualquier precio. Dedicando su vida entera a ello.

Esclavizando , manipulando, amenazando, secuestrando e incluso matando de la manera más cruel a los que se interponían en su camino durante AÑOS.

Hans no es así. No fue a Arendelle porque había planeado de antemano que quería hacerse con el trono. Hans ni siquiera sabía que quería hacerse con el trono cuando llegó allí, solo vio que realmente PODÍA hacerlo. Él no dedicó su vida a trazar un plan malvado contra Anna y Elsa. Como ya he dicho muchas veces, a Hans se le presentaron oportunidades que supo aprovechar en ¿cuánto? ¿un par de días? ¿tres quizás? Eso no es NADA comparado con lo que hicieron los verdaderos villanos.

En cambio, a ellos se les adora. Y a Hans se le odia. 

De hecho, si nos paramos a pensar en ello, y miramos lo que pudo ser su vida antes de Arendelle, su comportamiento e incluso algunas decisiones que tomó, nos daremos cuenta de que Hans está realmente muchomás ligado a personas como Aladdín, el príncipe Eric, el príncipe Adam, Hércules, el príncipe Naveen, John Smith, Shang, etc. (e incluso, aunque esto me cueste admitirlo, a Flynn Rider) 


-“Oh, no ¿¡Pero qué estás diciendo!? Pero si esos son los príncipes, ¡son los buenos!”


Los buenos. Estupendo. Entonces, hablemos de los puntos malos de Hans. Hablemos de lo que hizo mal. Es cierto que mentir, conspirar contra la corona, encerrar a una princesa para dejarla morir y tratar de matar a una reina no está bien y desde luego no es ético, pero, dejadme lanzar una pregunta al aire:

¿No es igualmente cierto que mentir, conspirar contra la corona, robar y manipular tampoco es nada ético?

Porque, señoras y señores, eso es a lo que se dedicaba nuestro amigo Flynn Rider, al que todos adoran, por cierto. Pero claro, esto está aparentemente bien, porque “Ooooh, Flynn Rider, qué guapo es jijijiji está hecho para ser sexy <33” (asco)

No, ahora en serio. Flynn Rider también cometió crímenes, y lo hizo durante años. De hecho lo hizo durante tanto tiempo que incluso se le daba bien, Flynn ya tenía arte para robar y para engañar a los que le interesaban. Y era el hombre más buscado de Corona, ¿habéis olvidado que iban a ejecutarlo? Flynn Rider estaba condenado a muerte por lo que hizo, iban a ahorcarlo. Y esto no lo decidió un Hans infiltrado en el reino de Corona, seguramente esto fuera algo que ordenaron los propios reyes, algo que se vieron obligados a hacer. 

Él no robaba porque fuese pobre y no tuviese nada para comer o un sitio donde dormir y resguardarse del frío. No, Flynn Rider robaba joyas, CORONAS, y no precisamente para entregárselas a los pobres. Lo hacía por el simple hecho de conseguir riquezas. Se movía cegado por la avaricia y el egoísmo. ¿No os suena esto? 

Vamos, Flynn Rider no era un buen hombre, ni siquiera quiso compartir el botín con los que le habían ayudado a robarlo. Sin embargo, de repente se encuentra por casualidad (mientras huía de la justicia) con la hija de los reyes que lleva años desaparecida y ya está, se le perdonan todos sus crímenes porque la ha llevado de vuelta ante sus padres (cosa que, si no se hubiese enamorado, habría hecho solo por recuperar la corona que él mismo había robado).

Entonces, ¿los crímenes de Flynn pueden ser totalmente olvidados, pero los de Hans no?

Sin mencionar a Aladdín, que básicamente hizo lo mismo que Flynn, y también fue perdonado simplemente por enamorarse de la princesa. Aunque al menos él lo de robar solo lo hacía para sobrevivir.


-“Vale, sí, muy bien, ellos cometieron crímenes también. Pero no son comparables con Hans. ¿Qué me dices de cuando encerró a Anna en contra de su voluntad? Eso es imperdonable xdxdequisdé”


Ah, ¿lo es?

«Érase una vez, hace mucho tiempo, un joven príncipe que vivía en un resplandeciente castillo. A pesar de tener todo lo que podía desear, el príncipe era egoísta, déspota y consentido[…]»

¿Os suena de algo esta historia? El príncipe egoísta que fue convertido en bestia por una hechicera y que tenía que aprender a amar porque sino se quedaría con esas pintas para siempre. 

Hablamos de Adam. Es un príncipe Disney, y está entre los que todos consideran “buenos”. Sin embargo, una vez convertido en bestia, Adam encerraba en su castillo a todo el que se atreviese a pisarlo. Y previamente tampoco había sido lo que se dice un hombre agradable. Acabó casado con Bella, y todos (ella incluida) le perdonamos que la hubiera tenido encerrada, o que antes hubiera encerrado a su padre, importándole bien poco que éste estuviera enfermo y a punto de morir. 

Bestia encerró al padre de la que acabó siendo su esposa. Y si esta no lo hubiera encontrado, seguramente el señor habría muerto allí mismo. 

Encerró a una persona, dejándola morir, del mismo modo que Hans encerró a Anna (Solo que Hans lo hizo por interés propio y Bestia, simplemente, porque habían interrumpido su soledad en el castillo)


-“Lo que sea. Vale, me parece bien lo que dices. ¡Pero Hans intentó matar a Elsa! Omg, pero si casi la mata, eso está fatal porque Elsa es la buena y la amo y DDD:” (ketecalleh)


Bien. Eso es cierto. Nunca lo he negado. Pero he aquí mi pregunta: ¿Mató Hans a Elsa? ¿Lo hizo? No. Si revisamos el listado de las muertes con las que Hans tiene que cargar sobre sus hombros, el resultado es cero. Pero ya que lo mencionamos, ¿por qué no recordar a un par de tipos que realmente sí que mataron a personas? No sé, ¿el príncipe Felipe, por ejemplo?

Todos recordamos la mítica escena de la Bella Durmiente en la que el valeroso príncipe Felipe se carga a Maléfica convertida en dragón con su espada.

O el príncipe Eric, que tripuló su barco asegurándose de que el mástil de este atravesara a Úrsula.


-“Oh, pero eso no vale. Eso no cuenta porque, claro, eran brujas y monstruos y villanos y todas esas cosas malas que está bien matar”


Vaya, pero hasta hace un momento matar estaba mal, ¿y resulta que ahora está bien? ¿Importa acaso lo que fueran las víctimas? Estos príncipes ya tienen más muertes con las que cargar que Hans.

Pero bueno, imaginemos por un segundo que damos por válido el hecho de que la gente a la que ellos mataron era “malvada” y “se lo merecía”. Centrémonos en Elsa.

Nosotros vemos la película. Somos los espectadores y sabemos de su infancia, de sus miedos, de su verdadero yo… Lo sabemos todo. Pero, ¿y la gente? ¿y el pueblo? ¿y los consejeros del reino? ¿Qué saben realmente de ella? Porque todos reaccionan igual cuando se descubre su secreto públicamente, cuando Arendelle queda sumida en un invierno eterno. Todos la señalan, se asustan o la tachan de monstruo, y esto no cambia hasta que ella devuelve el verano. Incluso hay gente que presencia cómo Elsa está a punto de matar a dos hombres por rabia, solo porque no la dejan en paz.

«¡No seáis el monstruo que temen que seáis!»

Hans sabe que Elsa no es un monstruo, del mismo modo que es consciente de que tiene a mucha gente en su contra. La gente piensa que es peligrosa.

Por eso no lo detienen cuando ordena ejecutarla por atacar a Anna (cosa que ella realmente hizo y que solo los espectadores sabemos que fue sin querer)

Por eso nadie le impide que se dirija a cumplir la ejecución cuando ella huye.

Tanto el príncipe Felipe como el príncipe Eric mataron a aquellos monstruos que eran peligrosos para su gente y se convirtieron por tanto en héroes. ¿Por qué no iba Hans a hacer lo mismo? Sí, él lo quiere hacer por interés propio y por quedar bien con la gente, por ser el héroe que salvará Arendelle de la destrucción y todo eso. Pero se asegura de que la situación de la que se está aprovechando esté bien vista. No intenta matar a Elsa porque “oh, es el monstruo, hay que salvar Arendelle, seré un héroe aunque matar esté mal”. Intenta EJECUTARLA, algo en lo que la gente está de acuerdo. Su muerte le viene bien, pero lo que él hace es legal puesto que en esos momentos él era el que estaba al mando y todos estaban conformes con que Elsa fuera condenada por sumir Arendelle en la nieve y atacar mortalmente a su propia hermana después.

Si matar a los que se lo merecen está bien y todo el mundo (que no conoce nada de Elsa más allá de sus “peligrosos” poderes) piensa que Elsa se lo merece, entonces, que Hans intentara matarla (repito, sin llegar a hacerlo nunca) no es tan grave después de todo.

Tú amas a Elsa, pero porque tú sabes su historia y lo que ha vivido. Los que la rodean nunca llegarán a saber todo lo que tú sabes. Ni siquiera Anna.

Y aún así, aún sabiendo todo esto, la gente olvida totalmente lo que los otros príncipes hicieron, mientras acusan a Hans más de lo necesario y exageran lo que hizo.

Un príncipe que en realidad tiene la cabeza bien amueblada y que es responsable, amable y paciente con el pueblo que está bajo su cargo, se equivoca una vez y toma decisiones que realmente están mal durante un día, y de pronto todo internet empieza a compararlo con Joffrey Baratheon.

A ver, por favor, hasta dónde vamos a llegar.

El día que Hans ejecute al padre de su novia ante sus ojos después de haberle prometido que no lo haría, luego la obligue a mirar la cabeza de este clavada en una pica mientras se ríe, la maltrate constantemente, la humille públicamente, deje que la violen, rompa con ella y tras irse con otra chica quiera seguir teniéndola como amante, y bueno prácticamente sea cruel y sádico por diversión, entonces podrán compararlo con Joffrey. Sin embargo, hasta entonces, Hans será un millón de veces mejor hombre que él.

Además, hasta donde yo sé, Hans tampoco ha hecho nunca que los habitantes de Arendelle copiaran lecciones que él creía correctas obligándoles a usar su propia sangre como tinta, ni ordenó celebrar audiencias contra ellos para determinar la pureza de su sangre, así que puedo asegurar que desde luego, es también bastante mejor persona que Dolores Umbridge.

Nunca he afirmado que Hans sea un santo, pero nadie está libre de pecado, y Hans no es ni de lejos tan malo como lo pintan. Porque para los que le odian, absolutamente todo lo que hizo es más grave que cualquier otra cosa que hagan otros, y esto no es así. 

Entiendo que algunas personas sientan algo de aversión hacia él porque no es el tipo de personaje que suele gustar, y porque es cierto que hizo cosas mal. Pero lo que no se puede hacer es odiarle hasta el extremo sin ver más allá de lo que hizo mal y sin atender a razones solo porque crees que “fue ruin y malvado”, mientras perdonas e incluso adoras y admiras a miles de personajes que realmente fueron infames y crueles.

Lo que quiero decir con esto es que existe gente que afirma odiar a Hans porque “lo cabrón que fue” y “su vil comportamiento” no pueden ser perdonados, y sin embargo perdonan a villanos reales, que llegaron a matar a gente (a mucha gente) por venganza o simple y llana diversión. Personajes que, en resumen, se comportaron y aún se comportan peor de lo que Hans lo hará nunca. Esa gente permite injustamente más libertad de conducta a cualquier persona que a Hans solo por el hecho de que es Hans. Y eso, amigos, es un doble estándar.

Hans, como todos los otros príncipes Disney ya nombrados, es totalmente redimible.
Y aquí es donde puedo explicar por qué Helsa (Hans x Elsa, Iceburns o como queráis llamarlo) podría funcionar. 

Recordemos la principal razón por la que los crímenes y errores de los príncipes “buenos” de Disney fueron olvidados. 

Flynn Rider lleva a Rapunzel de vuelta con sus padres y arriesga su vida por ella porque se enamora: sus crímenes son perdonados. Aladdín, enamorado de la princesa Jasmine, consigue encandilarla: sus mentiras y antecedentes son perdonados. Adam logra que Bella le ame y que le salve de la maldición: sus caprichos y abusos son olvidados. Y así con muchos.

La misma historia se repite una y otra vez. El chico malo, el criminal, el egoísta y caprichoso, cambia, CAMBIA, y se vuelve un buen hombre porque se enamora de la chica adecuada. Y con esto, sienta la cabeza y todas sus malas decisiones y comportamientos previos son olvidados.


-“Pero ¿de Elsa? ¿Cómo va Hans a enamorarse de Elsa? O, PEOR AÚN, ¿cómo va ella a enamorarse de Hans?”


Muy fácil, la redención de Hans se hace posible cuando éste se enamora (como pasó con los anteriores príncipes Disney). Él puede redimirse a sí mismo, puede DECIDIR CAMBIAR, para ganar de vuelta el corazón de la persona de la que está enamorado, sobre todo si esta es la mujer a la que más daño ha hecho en toda su vida: Elsa. Es solo gracias a ella y al verdadero arrepentimiento de sus acciones pasadas por lo que Hans puede redimirse. Del mismo modo que tantos otros lo hicieron antes que él. Es prácticamente lo mismo que hizo Bestia.


-“¿Y por qué justo Elsa? Ella nunca lo perdonaría.”


¿Por qué no iba a perdonarlo? Elsa cometió muchísimos errores como él, ha vivido aislada como él, tomó decisiones equivocadas como él, hizo daño a Anna como él e incluso trató de matar a alguien (concretamente a dos personas) como él. Las razones por las que lo hizo fueron distintas, pero finalmente la gente la perdonó porque se veía arrepentida, se veía dolida por lo que hizo. Elsa sabe qué es equivocarse y arrepentirse. Sabe lo que significa ser perdonada si realmente lo mereces. Conoce todo esto de primera mano.

Y su pasado quedó en el olvido con ayuda del amor.

Así como el pasado de Flynn, el de Aladdín y el de Adam.

Recordemos que el amor descongela.

Y si el corazón de Hans está congelado ¿por qué no iba el amor a descongelarlo también? ¿Qué diferencia a Hans del resto del mundo? 

Hans también tiene derecho a una segunda oportunidad, tiene derecho a una historia de redención. Tiene derecho a hacer las paces con Arendelle, con Anna y con Elsa. Porque si príncipes como Flynn, Aladdín, Adam o incluso Naveen (a quien en principio, recordemos, solo le interesaban el dinero y las mujeres) pudieron encontrar el buen camino y lograr poner finalmente sus prioridades en orden, él también puede hacerlo.

Y no solo podría redimirse, si no que si lo hiciera, si llegase a rey de la manera correcta, sería un gran gobernador. Con su inteligencia, su educación, su cultura y su innegable encanto podría llegar a proporcionar enormes beneficios al reino de Arendelle. Hans es realmente muy brillante. 

Todo lo que tiene que hacer es corregir sus errores con la familia real y empezar a hacer las cosas mejor para lograr exactamente lo que había querido, y del modo correcto.

Abrid los ojos. Hans está sufriendo las consecuencias de una reputación horrible que nunca se ha merecido. Algunos personajes sí que merecen que se les odie y se les humille en otras películas, igual que a Hans se le humilla con cameos en Big Hero 6, y del mismo modo que se le ridiculiza y se le da una fama aún peor en OUAT de la que ya tenía. Solo que él no es uno de esos personajes.

Ojalá algún día la gente entienda.